domingo, 26 de octubre de 2014

Acá

El otro día venia viajando en tren, y escribiendo en mi anotador la bitácora del viaje a Villa Ruiz.
En el, ya había anotado algunas frases, horarios, y gastos. Fue después del viaje donde me senté y pensé en lo que habíamos vivido. Lo primero que sentí cuando llegamos fue incertidumbre y miedo. Hacia mucho calor, Micaela se dio cuenta que algo me pasaba, pero no le podía decir todo lo que me pasaba por la cabeza en ese momento, estaba siendo derrotista sin darme cuenta.
El lugar geográficamente no me llamaba la atención, me sentí un poco perdida. Fue entonces cuando estacionamos y fui al primer (y hasta el momento) y único local que vi abierto. Era una panadería con aire acondicionado (!). Me atendió una señora que por su mirada me di cuenta que se estaba preguntando que hacia ahí comprando un kilo de galletas de campo. Yo tampoco lo sabia.
Hable un par de palabras con ella, si tenia algún lugar que recomendarme para visitar ya que eramos unas estudiantes que veníamos a realizar un trabajo de "reconocimiento del lugar". Me dijo que podía ir al almacén que queda "al otro lado del pueblo" cruzando las vías de un tren que ya no pasaba por ahí.
Salí de la panadería, guarde el pan en "el titi" (auto que nos lleva y nos trae, de Micaela Ferraro), y nos fuimos a caminar, sacar fotos y reconocer el lugar. Cuadra a cuadra fui viendo de que estaba hecho Villa Ruiz, de arboles, perros y rosas. De habitantes con miradas fuertes pero dispuestos a hablar, ayudar. Al no ser un lugar que cuente con "turismo", vi todo bañado de sencillez. Las casas con paredes anchas y ventanas altas, los perros sueltos por las calles, los caballos y algún que otro gaucho arriba de ellos.
El polvo de la calle se levantaba cada vez que una camioneta o moto pasaba sobre el, el único sonido que escuchaba era el de los pájaros liderando la banda sonora de Villa Ruiz.
Caminamos, comimos, compramos, charlamos, conocimos.
Capturamos momentos o situaciones que nos gustaron, llamaron la atención. No se si pueda ponerle un adjetivo a Villa Ruiz todavía, tengo miedo de apresurarme y decir algo así como: "tranquilo" "olvidado" "pacifico". Si hay algo que entendí de esta cursada, es que esas palabras son todas muy amplias. Tranquilo como? Tranquilo como un domingo cerca de fin de mes? Olvidado como se olvidan las llaves de la casa adentro y se cierra la puerta? "Pacifico" como que? Una laguna? Una clase de yoga? No se, creo que volvería a viajar para responderme todas esas preguntas que tengo.
En el tren seguí escribiendo sobre nuestro personaje principal, Maria Teresa Lucchini, dueña de un local en Villa Ruiz. Ella nos acerco mucho mas a Villa Ruiz que todo el recorrido que habíamos hecho a pie durante toda la mañana por allí.
Al rato el señor que estaba sentado al lado mio en el tren me pregunta: ¿Estas escribiendo en tu diario? Si, le respondo. Es sobre un viaje que hice para la facultad. Ah, ¿si? ¿A donde fuiste? A Villa Ruiz.

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